Me encanta éste postre, sencillamente me vuelve loca. Es fresco y fácil de hacer, ideal para el veranito. Además tiene algo bueno, combina bien con todo. Se puede servir con frutas, nata, siropes, frutos secos, de todo!!!
Ingredientes
4 yemas
125 g de azúcar
450 ml de leche
100 ml de nata
1/2 cucharadita de esencia de vainilla (o una vaina de vainilla)
40 g de maicena
Ponemos la leche, la nata y la esencia de vainilla* en una olla. Cocinamos a fuego medio hasta que empiece a burbujear, sin que hierva fuerte.
Mientras batimos las yemas con el azúcar y la maicena, hasta que estén blanquecinas y hayan doblado su volumen. Le añadimos un poco de la leche caliente y mezclamos bien.
Ahora volcamos las yemas batidas dentro de la olla con el resto de la leche y nata y llevamos nuevamente al fuego. Hay que cocinar a fuego bajo, sin dejar de remover con unas varillas. Cuando empiece a espesar retiramos del calor y dejamos que enfríen. Para ello las pasamos a un bol y las tapamos con papel film (el papel debe estar en contacto con toda la superficie de la crema, para que no haga costra). Cuando estén a temperatura ambiente, las podemos meter en la nevera. Las dejaremos sobre dos horas antes de servir.
*NOTA: Si vamos a usar la vaina de vainilla, la abrimos a la mitad ( cortando la vaina a lo largo) y rascamos el interior para sacar las semillitas. Echamos las semillas y la vaina en la leche con la nata y cocinamos. Dejamos reposar una hora y luego colamos.
Si queréis que queden más compactas, ponemos 350 ml de leche, así nos quedarán más firme, y queréis que queden más sueltas, añadimos un poco más de leche.
Os animo mucho a hacerlas, aunque luego haya que dejarlas reposar en la nevera. Son muy ricas, ni punto de comparación con las compradas. Así que a por ellas!!!
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