Siempre que pensaba en el bizcocho de zanahoria (antes de probarlo por primera vez), me imaginaba que debía de tener un sabor feo, que se le notaría mucho el sabor a zanahoria, o que tendría una textura grumosa. Pues nada más lejos de la realidad. No solo que estaba terriblemente equivocada, si no que jamás probé un bizcocho más rico en mi vida. Ha pasado al número uno de la lista de mis favoritos, sin duda alguna.
Ingredientes
250 g de zanahoria
200 g de harina común
200 g de azúcar
125 ml de aceite de girasol
4 huevos
1 sobre de polvo de hornear
Rallamos la zanahoria y la reservamos.
Batimos las yemas de los huevos con el azúcar (podemos utilizar azúcar moreno en igual cantidad) hasta que estén cremosas y hayan duplicado su volumen.
Mezclamos el polvo de hornear con la harina tamizada. De a poco vamos añadiendo a las yemas azucaradas la harina, alternándola con el aceite. Batimos bien hasta que esté todo bien incorporado. Agregamos la zanahoria con el zumo que haya soltado al rallarla. Mezclamos para que quede lo más homogéneo posible.
Batimos las claras al punto de nieve. Con ayuda de unas varillas, incorporamos con movimientos envolventes las claras la mezcla anterior.
Vertemos todo en un molde enmantecado y enharinado. Cocinamos en horno precalentado a 180ºC, durantes 50 minutos aproximadamente. Dejamos que enfrie completamente antes de desmoldar.
Es apto para hacer en cualquier molde. Una vez frío lo podemos cortar en capas y rellenar con frosting de queso. También podemos hacer un galseado de naranja o limón, o simplemente espolvorearlo con azúcar glas. En ésta ocasión no dió tiempo a hacerle nada, jajajjaja, lo deboraron así sin más. Es tan rico que no hay problema en darle un absoluto protagonismo.
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